La Diplomática es una ciencia histórica que tiene por objetivo el estudio de los documentos, cualquiera que sea su autor, teniendo en cuenta sus caracteres extrínsecos e intrínsecos, es decir, el soporte, escritura, lenguaje, formulismo y demás elementos integrantes para formar juicio de su autenticidad e interpretarlos debidamente.
El nombre diplomática fue tomado del primer libro en la materia De re Diplomatica, de Jean Mabillon, publicado en París en 1681. Fue un estudioso benedictino quien empleó este término en su guía para la utilización de documentos oficiales como pruebas, lo cual era un recurso novedoso para la época. En la actualidad, la Diplomática es una ciencia auxiliar de la Historia.
HISTORIA DE LA DIPLOMATICA
Los hombres de Estado fueron los primeros que dieron a conocer documentos de interés histórico, fueron quienes lograron penetrar en los archivos señoriales y en los de las antiguas abadías. A partir del Siglo XVII comienzan a darse a conocer documentos públicos y privados que pertenecieron a la Edad Media, útiles a la Historia para suplir la ausencia de crónicas e historiadores de la época. Era imprescindible verificar la veracidad de los documentos reveladores. En los archivos señoriales y monásticos había gran número de documentos falsos. Con anterioridad al siglo XVII, la Diplomática no se consideraba como una verdadera ciencia, desde siempre las autoridades han dictado reglas para distinguir los documentos auténticos de los falsos.
En 1675, el jesuita Daniel Papenbroeck publicó su obra, en la cual denunciaba la falsedad de muchos documentos de la época merovingia, principalmente los de la célebre abadía de San Dionisio de París. En 1681, el P. Jean Mabillon refutó las afirmaciones de Papenbroeck en De re Diplomatica y sentaba los principios de la Diplomática. El propio Papenbroeck acabó por retractarse.
Durante más de cincuenta años, la obra de Mabillon fue considerada como el referente más completo en la materia. Se mantuvo una guerra diplomática entre las congregaciones de los jesuitas y la de los benedictinos que finalizó con una obra titulada El Nouveau traité de Diplomatique, que se utilizó en toda Europa.
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