La paleografía por extensión estudia toda forma de escritura en cualquier lengua y en cualquier material escrito, desde el tiempo en que el hombre comenzó a fijar por medio de signos su propio pensamiento, sin embargo el término de paleografía se usa especialmente respecto al estudio de la escritura alfabética y su evolución.
Extracto de un Corán sirio del siglo XI
Es objeto de la paleografía el examen crítico y sistemático de los elementos gráficos de la escritura, forma alfabética, signos accesorios, abreviaciones, notas musicales, reconocimiento de mano, correcciones del copista o de los editores.
Extracto de un Corán egipcio del siglo IX-X.
El modo de estudio de la paleografía puede variar dependiendo de la lengua en la que se originó ya que cada lengua desarrolló una escritura alfabética y reglas gramaticales que la rijen particularmente. El lugar de origen del documento también puede afectar el modo en el que se estudien los elementos gráficos que lo componen puesto que la lengua tiende a variar dentro de un mismo país o región, especialmente en los documentos más antiguos.
La exigencia de profundizar el estudio de los manuscritos, bajo cada aspecto que pueda ser útil a la hora de conocer su valor como testimonios culturales e históricos, ha llevado a considerar con mayor atención los caracteres externos, como la cualidad de la materia escritoria, la formación de fascículos, el formato, la rigatura, la misma escritura, etc., desarrollando en el proceso una gama de ciencias o técnicas relacionadas entre sí y que se prestan obligatoria ayuda para la elaboración del propio objeto.
La primera de ellas es la codicología, a la cual, la paleografía aporta sus más valiosas luces en orden de la crítica histórica, en especial cuando se refiere a la datación y origen de manuscritos como producto de un ambiente cultural, con respecto a los textos manejados por el autor. No se puede olvidar que para este estudio crítico de la paleografía con la codicología, se incluyen abreviaturas, los errores de copias, notas marginales y miniaturas. Este conjunto de elementos son de suma importancia para que estas disciplinas puedan determinar con exactitud, el origen y el sentido de un escrito antiguo.
La paleografía acompaña a la diplomática en el auxilio de la crítica histórica, necesaria para el estudio de los documentos acusados de falsos. Se puede decir que ambas disciplinas nacieron en el mismo contexto. Junto a esta se encuentran también otras ciencias relacionadas con la paleografía, como la epigrafía, la bibliología, y la numismática, las cuales no se limitan al estudio de los caracteres gráficos de sus objetos materiales sino que examinan la autenticidad, el estilo, el formulismo y otras particularidades de los documentos sobre los que versan.
Otras ciencias como la Heráldica, la Sigilografía y la Lingüística también auxilian a la paleografía, permitiendo identificar el contexto donde se produjo el documento y la utilidad que haya tenido.
Las escrituras antiguas comenzaron a ser objeto de estudio a partir del siglo XVII, especialmente en el ambiente de disputa sobre la autenticidad de los documentos, que precisó de una mayor clasificación sistemática. Aunque si el trato científico comenzó en ese siglo, no se puede descartar que la interpretación y la descifración de las escrituras antiguas han sido de gran interés para los estudiosos de todos los tiempos.
Edad Antigua
Los historiadores grecorromanos fueron los primeros en utilizar los escritos antiguos como referencias en sus relatos, entre ellos se encuentran Tucídides, Tito Livio, Polibio y Flavio Josefo, que tienen en cuenta documentos, contratos y edictos imperiales para este cometido. Del siglo i data una obra sobre los problemas paleográficos, de Valerio Probo y su especialidad fue la recopilación de abreviaturas. Este interés por las abreviaturas continuó siendo objeto de estudio en la Edad Media. Sin embargo no se puede hablar propiamente de un estudio sistemático de los documentos antiguos, sino más bien del uso o práctica de lectura de los mismos.4
Edad Media
En la edad media también se encuentran las primeras clasificaciones de las distintas escrituras, sin ningún valor científico, solo estético. Los escritores medievales utilizaron mucho una obra llamada El Maior de Donato (siglo ix) y una nueva redacción de la misma la encontramos en el siglo xiii.
Tanto la paleografía como la diplomática recibieron grandes aportaciones en el periodo medieval, por las organizaciones cancillerescas, por la persecución y creación de preceptos legales contra la falsificación, el uso de los diplomas para la confección de obras históricas y el estudio de los documentos en su aspecto jurídico.7
Edad Moderna
En la Edad Moderna, con el humanismo, por caracterizarse el erudito como escrutador y crítico, se espera que aumente o se oficialice el carácter científico de estas dos disciplinas, pero surgen demasiadas polémicas entre los eruditos de la época en su desesperada búsqueda de manuscritos y su interpretación. En medio de esta polémica surge la primera condición para el carácter científico que se les dará después a estas disciplinas. Se considera a Petrarca como precursor científico de la paleografía por sus conocimientos sobre códices y documentos.
Con la creación de la imprenta se logró un gran avance en la diplomática y la paleografía, ampliando sus áreas de conocimiento; luego con el surgimiento de un afán historicista, en esta época, incluso con la polémica histórica-religiosa con respecto a la reforma protestante aumentaron las investigaciones y la crítica sobre las fuentes paleográfica-diplomática.7
Delia Pezzat indica que "La etapa decisiva para el desarrollo de ambas ciencias surge durante los siglos XVI, XVII y XVIII debido a dos largas discusiones que se conocen con el nombre de Guerras Diplomáticas y Movimiento Bolandista."8 La primera trata sobre el tema de la autenticidad, uso y lectura e interpretación de documentos que refieren derechos y títulos nobiliarios, apegado a sus inicios durante la Edad Media; la segunda fue una continuación de las Guerras Diplomáticas, tomando un carácter científico encabezado por los benedictinos quienes tomaron gran interés en la extracción de datos históricos y generales del estudio de los documentos, planteando las bases para que la paleografía se formara como ciencia.
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